octubre 27, 2025

En La Romana no fue Melissa la que nos sorprendió: fuimos nosotros los que seguimos actuando como si la lluvia fuera un fenómeno nuevo. Cada año pedimos auxilio y cada año olvidamos lo aprendido. La tormenta llegó sin violencia extrema, pero con la precisión de un reloj: horas de lluvia constante que bastaron para recordar lo frágil que es nuestra ciudad cuando la planificación se cambia por la costumbre de improvisar.

Las alertas se activaron, los boletines se emitieron, los titulares circularon. Pero en las calles, la historia fue otra: imbornales tapados, basura en los desagües, barrios convertidos en canales. No fue falta de aviso, fue falta de acción. Mientras el COE actualizaba niveles de riesgo, aquí todavía se buscaban camiones para sacar el lodo de las últimas lluvias. Y así, con cada evento climático, repetimos el mismo guion: improvisar primero, lamentar después.

Incluso voces políticas de peso local han advertido lo mismo.
El diputado oficialista, Eugenio Cedeño, del PRM, ha criticado con vehemencia la deficiente infraestructura pluvial de La Romana, señalando la demora en obras prometidas y exigiendo "acciones inmediatas". Su llamado coherente con la realidad, refleja un sentimiento colectivo: La Romana, que dio un respaldo abrumador al gobierno, se siente desprotegida ante cada tormenta. Y no se trata de política, sino de supervivencia urbana.

Melissa no fue un desastre natural; fue un espejo.
Nos mostró cómo funciona un sistema cuando la prevención depende de la suerte. Nos enseñó que una ciudad no se defiende con ruedas de prensa ni con promesas de “evaluar daños”, sino con limpieza previa, coordinación real y liderazgo visible cuando el cielo se oscurece. Lo que colapsó no fue el drenaje: fue la gestión.

La Romana necesita más que reactivos, necesita previsión.
Un plan pluvial permanente, campañas ciudadanas sostenidas, presupuesto público visible y trabajo conjunto entre Alcaldía, Defensa Civil y comunidades. Porque mientras sigamos esperando que el próximo aguacero nos despierte, estaremos condenados a repetir la misma historia, cada vez más cara y más dolorosa.

Melissa pasará.
Pero la costumbre de improvisar seguirá lloviendo sobre nosotros, hasta que alguien tenga el valor de cambiarla.

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